Éramos dos extraños que sabían de la presencia del otro,
pero no se conocían,
solo de vista.
Ninguno sabíamos absolutamente nada del otro,
solo que respirábamos el mismo oxígeno para vivir.
Un día decidí hacerte más caso, llamar tu atención,
así que comencé a verte sin que tú te dieras cuenta,
en esos momentos de vistazos fugaces me di cuenta de que tienes
una sonrisa JODIDAMENTE BONITA cuando piensas que nadie mira,
ese nadie
soy yo.
Entonces me hablaste, bueno, si a eso se le puede llamar hablar;
lo que quiero decir es que esa mirada que me echaste de reojo dijo
más de lo que te crees,
más de lo que alguna vez llegarás a saber.
Fue de esas miradas que te hacen respirar más fuerte,
te hacen latir más rápido,
te hacen vibrar de una manera tan intensa que casi asusta. Casi.
Esa mirada que decía: Vibremos juntos.
Y la mía respondió con un gran: ¿Por qué no?
Pero solo somos dos extraños,
y lo único que sabemos el uno del otro es el color de las miradas,
marrón contra verde, Un bosque hecho de miradas.
No sé si te diste cuenta de mi respuesta o no,
por si acaso te miraré,
te miraré hasta que no puedas apartar tus ojos de los míos,
te miraré hasta que cuando los cierres veas el verde apagado de mi mirada;
y entonces, me digas: ¿Por qué no?
En ese momento dejaremos de desconocernos.
En ese momento seremos otro tipo de extraños.
En ese momento las miradas brillaron más que
nunca por la promesa de ese ¿por qué no?
miércoles, 21 de enero de 2015
lunes, 19 de enero de 2015
En cada latido.
No entiendo por qué tenemos que estar jugando al "adivina adivinanza" con las indirectas,
somos peor que los niños.
Lo fácil que sería decir las cosas a la cara y dejar el juego atrás. Dime,
¿qué hay que perder?
¿De qué tienes miedo? ¿De que diga que no?
Ese es un miedo estúpido y cobarde, mostrando así lo poco que nos conoces.
Porque las ganas están presentes en cada latido, solo tienes que agarrarlas
f u e r t e y no soltarlas.
No vaya a ser que de tanto contenerlas se nos escapen, y nuestro momento acabe antes de haber comenzado.
Y es que como una vez me dijo una amiga :
SI NUNCA LO INTENTAS, ENTONCES NUNCA LO SABRÁS.
somos peor que los niños.
Lo fácil que sería decir las cosas a la cara y dejar el juego atrás. Dime,
¿qué hay que perder?
¿De qué tienes miedo? ¿De que diga que no?
Ese es un miedo estúpido y cobarde, mostrando así lo poco que nos conoces.
Porque las ganas están presentes en cada latido, solo tienes que agarrarlas
f u e r t e y no soltarlas.
No vaya a ser que de tanto contenerlas se nos escapen, y nuestro momento acabe antes de haber comenzado.
Y es que como una vez me dijo una amiga :
SI NUNCA LO INTENTAS, ENTONCES NUNCA LO SABRÁS.
M
Estoy deseando volver a ti, a tu vida, a tu caos,
a tus luces, a tus calles, a tu gente.
A tus parques, a tus tiendas, a tu música,
a tu ritmo. a tu desenfreno.
A tus atardeceres ardientes, y a tus amaneceres congelados;
a tu viento, ese que te hace sentir vivo y te cala hasta los huesos
cuando te roza como un susurro, rápido y sin avisar.
Tu fría respiración.
Así que espérame llena de vida para nuestro reencuentro, querida M,
queda poco y nada para volver a ti.
a tus luces, a tus calles, a tu gente.
A tus parques, a tus tiendas, a tu música,
a tu ritmo. a tu desenfreno.
A tus atardeceres ardientes, y a tus amaneceres congelados;
a tu viento, ese que te hace sentir vivo y te cala hasta los huesos
cuando te roza como un susurro, rápido y sin avisar.
Tu fría respiración.
Así que espérame llena de vida para nuestro reencuentro, querida M,
queda poco y nada para volver a ti.
domingo, 18 de enero de 2015
Días blancos.
No todos los días grises son tristes, tampoco existen solamente días grises. También existen días blancos, sí, blancos. Esos en los que el cielo parece un folio en blanco esperando a que lo ensucies.
Son los días de frío y nieve.
Los días de quedarse en la cama hasta las tantas, viendo como caen los copos de nieve mientras escuchas el silencio.
Los días de hacer nada y hacerlo todo.
Los días que no parecen días, más bien una ilusión o un capítulo cualquiera de tu libro favorito.
Los días de ponerse música hasta que vibre el alma y escribir hasta que duelan las ideas.
Los días de hacer el tonto con buena compañía y disfrutar de ella.
Esos días son como una película que no queremos que llegue al final.
Estos días también te hacen desear cosas por las cuales darías hasta el último rayo caliente de sol con tal de que pasen.
Deseas que haya ciertas personas a tu lado, para simplemente no hacer nada y hacerlo todo.
Para hacer el idiota,
para luchar con cojines,
para ver una película envueltos en una manta,
para besos fugaces en el cuello, en esa zona tan peligrosa.
Entonces empiezan las cosquillas, y todo se nos va de las manos,
como los copos de nieve que escapan de entre las nubes.
También existen estos días blancos, sí, blancos.
Son los días de frío y nieve.
Los días de quedarse en la cama hasta las tantas, viendo como caen los copos de nieve mientras escuchas el silencio.
Los días de hacer nada y hacerlo todo.
Los días que no parecen días, más bien una ilusión o un capítulo cualquiera de tu libro favorito.
Los días de ponerse música hasta que vibre el alma y escribir hasta que duelan las ideas.
Los días de hacer el tonto con buena compañía y disfrutar de ella.
Esos días son como una película que no queremos que llegue al final.
Estos días también te hacen desear cosas por las cuales darías hasta el último rayo caliente de sol con tal de que pasen.
Deseas que haya ciertas personas a tu lado, para simplemente no hacer nada y hacerlo todo.
Para hacer el idiota,
para luchar con cojines,
para ver una película envueltos en una manta,
para besos fugaces en el cuello, en esa zona tan peligrosa.
Entonces empiezan las cosquillas, y todo se nos va de las manos,
como los copos de nieve que escapan de entre las nubes.
También existen estos días blancos, sí, blancos.
miércoles, 7 de enero de 2015
Hasta los cojones.
Es curiosa la cantidad de veces que podemos llegar a decir te quiero sin ningún tipo de problema cuando no va en serio, cuando es una broma entre amigos o cuando solo se dice por decir. Lo que es jodido, porque cuando queremos decirlo en serio es como si una fuerza tirará de nosotros hacia atrás y no te deja decirlo, se queda en solo un intento. Y cuando digo queremos, en realidad pretendo decir quiero.
A veces he llegado a pensar que no sé decir esas dos palabras, porque me pongo a pensar y a hacer memoria, en un intento de recordar si alguna vez las dije, pero es un intento fallido. No las digo ni cuando bromeo, ni por quedar bien, simplemente es como si no estuvieran en mi vocabulario. Eso no quiere decir que a veces sienta el impulso de decirlas, porque donde sí están es en mis pensamientos y en mis sentimientos. No sé si no las digo por miedo, o porque estoy hasta los cojones de sentir, tanto para bien como para mal.
A veces he llegado a pensar que no sé decir esas dos palabras, porque me pongo a pensar y a hacer memoria, en un intento de recordar si alguna vez las dije, pero es un intento fallido. No las digo ni cuando bromeo, ni por quedar bien, simplemente es como si no estuvieran en mi vocabulario. Eso no quiere decir que a veces sienta el impulso de decirlas, porque donde sí están es en mis pensamientos y en mis sentimientos. No sé si no las digo por miedo, o porque estoy hasta los cojones de sentir, tanto para bien como para mal.
viernes, 2 de enero de 2015
No podemos ser de hielo.
¿Sabes que pasa? Que es molesto, hilarante, el mayor idiota del mundo. Hace que me den ganas de gritar y de tirarlo a las vías del tren. Es capaz de arruinar mi día y salvarlo en el último minuto. Me vuelve jodidamente loca, él está fuera de su mente. Pero...
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