miércoles, 31 de diciembre de 2014

Decepción.

Como duelen esas promesas vacías que un día te creiste, todo formaba parte de su encanto. Pero, ¿para qué? Para que más tarde doliera más el golpe.

Como jode ver que te echa tan rápido de su vida, sin avisar siquiera, solo un vacío que queda en el aire y tú tienes que entender que se acabó.

Pero cada decepción, cada desilusión acaba por endurecerte hasta el punto de que cada vez quieres sentir menos para evitar esa brecha en tu pecho que se abre tras cada golpe. Esas brechas que hacen que tu pecho esté cada vez más agrietado. 

martes, 9 de diciembre de 2014

Cereza.

Cómo puede doler algo que nunca has tenido, que ni siquiera has probado o has estado cerca de ello. Pero duele, sientes un vacío en el pecho que no sabes como cojones taponar.
Pierdes la esperanza de que algo mejor vaya a suceder, te cierras herméticamente en ti misma y no dejas que nada ni nadie entre. Te pones a la defensiva. Y cuando ves que algo se acerca lo más mínimo a ti, que ves que te va a hacer sentir de nuevo, te alejas. Hasta que no te reconstruyes, hasta que no terminas de lamerte las heridas; huyes.

Entonces es cuando dicen eso de que eres fría, seca o insensible, pero nadie nace así. Nos moldean las experiencias, y a mí me moldearon hasta ser fría, como el puto invierno.

Cada uno sana a su debido tiempo, y es que Roma no se construyo en un día. Se necesita tiempo, y paciencia. Porque no todo llega cuando queremos, menos si lo éstas esperando.


domingo, 7 de diciembre de 2014

Fría.

  Para mí el amor siempre ha sido el tonto reflejo de Roma jugando ante un espejo, algo tan absurdo y con tan poco sentido que siempre he pensado que no está hecho para mí. Pero a la vez es algo tan poderoso que si no lo has sentido no lo puedes llegar a comprender, o eso me han dicho. Yo no lo he sentido, y no lo comprendo. Porque no entiendo como puedes querer tanto a una persona y que esa persona sea capaz de corresponder ese sentimiento, no sé.

  Será por mi pasado o por mi ignorancia, pero yo no creo a esas personas que dicen que es lo mejor que te puede pasar cuando al tiempo están tan destrozadas y echas polvo que solo son una sombra de lo que eran, que nunca han vuelto a sonreír igual, que su mirada nunca ha vuelto a brillar igual que antes.

  Será porque solo he visto la parte mala y me da miedo ver la buena. Será porque no soy capaz de apostarlo todo y no dejarme ni un as en la manga. Será que me acojona encontrar que realmente sea tan bueno como dicen y luego me lo quiten.

  Sea lo que sea yo sigo en mis trece, hasta que llegue alguien lo suficientemente cabezota como para hacerme intentarlo, o que consiga lo imposible y que haga nevar en el mismo infierno.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Somos tiempo.

Estamos construidos a base de tiempo, dependemos de él. Sin tiempo no podríamos hacer nada, no seríamos nada. Porque somos tiempo, y la prueba es que
tardamos siete minutos en quedarnos dormidos. 
Unas décimas de segundo en olvidar algo que acabamos de ver o escuchar. 
Solamente tres segundos en saber si alguien realmente nos atrae.

Pero éste se nos va de las manos; a veces nos falta y otras nos sobra.
A veces no sabemos que hacer con él, otras solo lo malgastamos.
A veces queremos que pase lo más despacio posible para poder vivir un momento indefinidamente, otras solo queremos que pase lo más rápido posible y olvidar lo ocurrido.
A veces solo queremos saber cuánto tiempo tardaríamos en hacer algo, como por ejemplo, cuántas horas, minutos o segundos serían necesarios para saber si quieres a alguien, o cuanto tiempo necesitas para desquererlo.

El tiempo se nos escapa continuamente, es algo que está totalmente fuera de nuestra control y, a pesar de esos nosotros solo somos tiempo.


jueves, 27 de noviembre de 2014

Dueles.

Dueles,
dueles de la mejor manera posible.
Dueles,
dueles en mi sonrisa cuando me miras de esa manera tan tuya.
Dueles,
dueles en mi mirada cuando te veo acercarte.
Dueles, 
dueles en mis labios cuando me besas de esa manera tan tuya.
Dueles,
dueles a la mañana siguiente entre mis piernas.
Dueles,
dueles de la manera más placentera.

Dueles,
dueles de la peor manera también.
Dueles,
dueles cuando mi mirada no te encuentra en días.
Dueles,
dueles en mis labios secos sin los tuyos.
Dueles,
dueles en mi pecho cuando no estás.
Dueles,
dueles en mi cuerpo cuando te echa en falta.

Dueles,
dueles de la mejor y la peor manera, pero dueles. El dolor más soportable que jamás tuve, así que sigue doliéndome, porque así sé que sigo viva, 
así sé que sigues vivo,
así sé que seguimos latiendo.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Uno de esos días.

Hay días en los que uno está dispuesto a todo. Hoy es uno de esos días.
Hoy estaré dispuesta para lo que sea, para lo que quieras, para lo que queramos.
Hoy es uno de esos días en los que no vale pensar, ni arrepentirse, ni amilanarse.
Hoy es uno de esos días en los que las locuras e idioteces están a la orden del día.
Hoy es uno de esos días en los que gano, en los que yo estaré arriba y tú abajo.
Hoy es uno de esos días inolvidables.
          Hoy es uno de esos días.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Me gustaría.

 Me gustaría poder conocer cada uno de sus vértices,
cada secreto e historia que cuenta cada una de sus cicatrices,
el punto y la medida exacta de cada uno de sus lunares.
 Dónde besarlo para que cada vez se vuelva más loco,
para que cada vez pierda más la razón y se guíe por los instintos más básico.  



Me gustarían tantas cosas, que ni siquiera sé si existe tiempo material para ello. 
Empecemos a probar.


sábado, 15 de noviembre de 2014

Miradas lluviosas.

Hoy estoy gris, como el cielo, encapotado de nubarrones oscuros esperando el momento oportuno para derramar sus millones de gotas. Mis ojos no son nubarrones, ni mi mirada gris, pero sí que hay algunas gotas que quieren caer.


Hoy mi mirada llueve, como el cielo, encapotado de nubarrones oscuros, que ya encontraron el momento de dejar que las gotas queden libres. 

viernes, 14 de noviembre de 2014

Duele. Duele y no tienes ni idea de por qué.
Sientes un pequeño vacío que comienza a expandirse poco a poco por tu pecho;
notas como presiona, como molesta, como está a punto de explotar,
pero no explota, solo se mantiene, creciendo y creciendo.
Tampoco sabes como pararlo, ponerle fin, es simple:
                no se puede.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Sin título.

  Hay un momento desencadenante en tu vida que te hace darte cuenta de las cosas que de otro modo no habrías tenido conocimiento a pesar de que algo intuías, pero no querías ver. Cuando llega ese momento es como si una bomba hubiera explotado en todas tus narices y no tienes más remedio que ver el desastre que tienes en frente. Ese desastre que en cierto modo sabías que iba llegar, pero no querías aceptar. Entonces te paralizas, no sabes cómo cojones reaccionar, te quedas con esa mirada de "ciervo ante los faros de un coche" hasta que tu cabeza hace click y encajas el golpe. Tienes dos opciones: huir o afrontarlo. Lo fácil es siempre huir, aunque no lo más conveniente para nuestra persona a la larga, porque si hay algo que ocurre siempre es que el pasado vuelve; ya tarde más o menos. No suele llegar de la misma forma a todas las personas, puede ser en forma de un alguien o un algo. Cualquiera de los dos nos gusta por igual, poco o nada. Y ahí es cuando nos llega el turno de afrontarlo y seguir, quitándonos un peso de encima que ni siquiera eras consciente que llevabas sobre los hombros.

jueves, 13 de marzo de 2014

Cosas hipnotizantes.

  Cada persona tiene una parte favorita del día, para unos es el amanecer y para otros el atardecer, incluso algunos cuando el sol está en lo más alto. En cambio, mi parte favorita de todo el día es la noche. A veces me gustaría vivir en uno de esos sitios del norte en los que se pasan seis meses de día y seis meses de noche.
  Pero las noches que más me gustan, son en las que hay luna llena. Esas son las verdaderas noches. Son hipnotizantes. En esos momentos podría pasarme minutos y horas encaramada en el alféizar de la ventana cual gato mirando bobamente la luna, como si esta tuviera todas las respuestas.
Es como si una gran sensación de tranquilidad surgiera de dentro hacia fuera, formando una especie de capullo a tu alrededor. Dentro de éste consigues olvidarte de todo y de todos, siendo solamente la música, la luna, la noche y tú.

  

miércoles, 12 de marzo de 2014

Es jodidamente triste acabar así.

  Las personas somos seres sociales, lo que quiere decir que necesitamos estar con más personas. Integrarnos. Lo cual me parece una putada, porque básicamente la sociedad la mayoría del tiempo es una gran mierda. Además de que es algo agotador, por ejemplo, ¿cuántas veces hemos puesto una sonrisa falsa en la cara para disimular lo que está pasando en ese momento por tu mente, o para simplemente agradar a alguien? Yo desde luego, más de las que puedo llegar a contar alguna vez en la vida.
  Y es más agotador aún cuando ni siquiera te gustan las personas, no le ves la utilidad a estar teniendo una conversación falsa, o simplemente estar sonriendo y asintiendo como si escucharas alguna de las palabras que sale de la boca de quien está hablando. Lo peor de esto es que ninguno somos una isla y podemos vivir apartados. Claro, se puede intentar, pero acabas hablando con cualquier mueble, cosa que no es muy buena para la cordura. Así que no te queda más remedio que integrarte, socializar, y finalmente hacer algún que otro amigo, creyendo que lo conoces todo lo que lo puedes conocer; pero de pronto... ¡ZAS! Tira alguna bola curva y entonces me pregunto yo, ¿cuánto crees que puedes llegar a conocer a alguien?

  Supongo que no importa cuánto creas que conoces a alguien, la dura realidad es que nunca llegas a conocer realmente a nadie.

  El otro día, cuando estaba pensando sobre estas cosas leí en el libro que tenía entre manos esa frase que me caló bastante, porque me di cuenta de cuanta verdad dice. A veces las personas que mejor crees conocer en este mundo son a las que menos acabas conociendo, y ¿cómo de triste es eso? ¿Cómo de triste es que ahora no sea capaz de confiar en nadie? Es jodidamente triste que me pase mi vida pensando que me van a acabar apuñalando por la espalda, o preguntándome si volveré a salir quemada otra vez.