Dejé el café, ¿sabes?
Me recordaba demasiado a ti.
Beber café era como caer lentamente en tus ojos.
Era algo fuerte, caliente, amargo y oscuro.
Casi como tú.
Por más que le echara leche o azúcar para suavizarlo,
la esencia sigue siempre ahí.
Al igual que tus bordes: imposibles de limar,
suavizar o controlar.
Siempre oscuro,
siempre fuerte.
Siempre café,
como tú.